ARQUITECTURA A MEDIDA: LA CONCEPCIÓN DE UN TRAJE DE LA LETRA “G” A LA “A”

La figura de la sastrería surge en el siglo XV como una respuesta a la necesidad de generar trajes a medida mediante la “belleza, la firmeza y la utilidad”. Tres puntos que acoge en el  campo de la arquitectura, el gran maestro Vitrubio, a través de sus “venustas, firmitas y utilitas.”

 

Un oficio hecho arte que adapta, mediante medidas, patrones y tejidos, un traje al cuerpo humano respondiendo a las características de cada uno de sus modelos. Así bien, en invierno, tejidos más gruesos cercanos a la lana, permiten mantener una temperatura más agradable que, cercanos al caluroso periodo estival, se convierten en piezas de lino más ligeras y transpirables. Se trata de algo más que hacer un traje, es dar vida y función a un simple paño.

 

La sastrería mantiene unos puntos muy cercanos a la arquitectura aunque a escalas muy diferenciadas. En la actualidad, la ciudad y sus edificaciones se encuentran en un proceso de transformación que debe de pasar por establecer segundas oportunidades si el objetivo marcado aboga por la sostenibilidad y una construcción saludable. Más del 60% de las viviendas de nuestro país fueron concebidas y levantadas con anterioridad a los años 80, lo que conlleva que su construcción diste mucho de las necesidades actuales y de la evolución de la tecnología material y sus sistemas constructivos.

 

Por ello, cada edificio de cada ciudad debe de ser tratado como único, estudiando sus factores de cambio para mejorar su eficiencia energética. Se trata de generar “trajes a medida” que consigan reducir “la talla” de sus emisiones, pasar de una letra G a una letra A.

El programa de rehabilitación energética de edificios

El 0´3% de edificios existentes han realizado en los últimos años intervenciones en rehabilitación energética y el 80% se encuentra en situación de una nefasta y muy baja calificación energética, siempre por debajo de la letra D. Analizando estos datos y puesto en conocimiento el estado de los edificios de vivienda colectiva, la cuestión es porque no se han acaecido estas rehabilitaciones energéticas con anterioridad y el alto coste energético, económico y social que supone no haberlas desarrollado.

 

En la mayoría de los casos, rehabilitar un edificio o una vivienda se percibe como un gasto más que como una inversión, debido a la inmediatez y la comparación económica con la obra nueva. Es conocida y recurrente la frase “para eso lo tiramos y hacemos uno nuevo”, una afirmación que supone un grave error de concepto y de amplitud de miras. La rehabilitación energética de nuestras edificaciones supone una reducción de emisiones C02 y una importante disminución del consumo energético apoyada en generosos aislamientos y sistemas de energías renovables. Además, estos beneficios de acaecer una renovación con un mayor coste económico, desde el primer momento se verán bonificados con la reducción de la factura eléctrica y un alto confort doméstico, siendo su ahorro altamente notable con el paso del tiempo.

Viviendas fotografiadas en Bordeaux

Por ello, y aunque no llega en el momento temporal que debería, se ha generado el Programa de Rehabilitación energética de edificios (PREE), el cual pone sobre la mesa una verdadera vocación de potenciar la preservación de lo existente frente a las demoliciones poco necesarias. Un plan de 300 millones de euros para mejorar y potenciar tres líneas fundamentales: rehabilitación de la envolvente térmica, sustitución de instalaciones obsoletas por energías renovables tales como la fotovoltaica, la biomasa o la aerotermia y la renovación de las instalaciones lumínicas. En una primera fase, la meta para la presentación de dichas ayudas será hasta el 31 de Julio de 2021. Un programa que se espera tenga un fuerte impacto pero que, sin una posible continuidad, quedará en una mera anécdota debido al alto porcentaje de edificaciones a rehabilitar.

Casos de éxito: Europa a la vanguardia

El modernismo trajo consigo a las ciudades espacios urbanos periféricos con una morfología marcada y excesivamente ordenada con zonas abiertas y grandes corredores de tráfico rodado. Estas ciudades modernistas han pasado a engrosar la lista de los edificios a “cuidar” junto con aquellos históricos y protegidos que con tanta normativa se intenta mantener en un estado de conservación óptimo. Son entornos urbanos que no han recibido atención en décadas y, en la actualidad, se encuentran en una situación de emergencia energética a la que hay que proponer soluciones. Por tanto, ante esta situación, es importante visitar casos de éxito, donde la rehabilitación energética y la revisión de las tipologías de viviendas generan nuevas máquinas de habitar renovadas,  adaptándose a los nuevos modos de vida.

 

Aunque ya hemos hablado de ellos, cabe volver nuestra lectura a Lacaton & Vassal, como los principales expertos del tratamiento minucioso de la obra construida de vivienda colectiva. Sus sistemas de rehabilitación energética y sostenibilidad, les han llevado a publicar “Plus”, un compendio de recetas arquitectónicas que pusieron en práctica para rehabilitar vivienda colectiva de los años 60 y 70, que poseían grandes carencias en territorio francés. Destacar también otros proyectos como la rehabilitación de 709 viviendas en Lormont por LAN Architects y la flexibilidad del bloque Kleiburg De Flat en Holanda desarrollado por NL Architects y XVW Architectuur.

Ejemplo de rehabilitación energética

Trasladado al marco nacional, destacamos el proyecto de Arias Recalde en la ciudad de Granada, una intervención de más de 400 m2 donde el eje del proyecto lo marca su rehabilitación energética. Similar al caso de los arquitectos franceses, el punto de partida se inicia en un edificio de los años 60 con un ciclo de vida útil agotado y con necesidad de ser revisado. Mediante la mejora del revestimiento exterior de chapa ondulada, generando una fachada ventilada y dotándola de un mayor aislamiento térmico, dieron lugar a un nuevo edificio adaptado a los cánones de vida actuales.

El presente: abordar un elemento construido

El futuro se ha convertido en presente, las previsiones debatidas en foros y congresos de expertos respecto al envejecimiento de nuestro parque inmobiliario y la necesidad de abordar una rehabilitación energética, han saltado a la actualidad y es objeto de nuestras ciudades promover y dar soluciones lógicas y eficientes con la finalidad de renovar energéticamente las mismas. La previsión de estas acciones, ha dado paso a una urgencia temporal, ya que únicamente el 20% de nuestros edificios cuenta con solvencia energética para poder ser considerado eficiente en los próximos años, contando las condiciones de confort marcadas por la lógica técnica y la normativa aplicada.

 

¿Es suficiente únicamente con la promoción de un programa de rehabilitación de edificios? ¿Llegan tarde estas acciones para solucionar un problema anunciado? La realidad es que las cuestiones y dudas acerca de si bastará con estas acciones son numerosas, puesto que parece más que necesario apoyar con acciones divulgativas un programa prioritario y con una generosa dotación económica que, en la mayoría de los casos, difícilmente llega a todas los sectores interesados. Un halo de optimismo que, en los próximos años, conoceremos si tuvo un gran impacto o, en cambio, quedó en una mera anécdota efímera y temporal.

 

 

Autor artículo: Carlos Armenteros arquitecto y director del estudio Carlos Armenteros Arquitectura.



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